martes, 10 de julio de 2007

He vivído en dos países.

Nací en un país que perseguía a la gente de Izquierda. Que asesinaba, torturaba, mentía, exiliaba y vulneraba sistemáticamente los derechos humanos. Gobernado por un general bananero que ya no existe. En ese Chile, la CNI se paseaba impunemente por nuestras calles. Lugar de fuerza juvenil y compromiso callejero con el derrocamiento del rastrero.

En ese lugar nadie podía votar, las autoridades eran elegidas a dedo. Vulnerando el principio básico de la democracia. Persecuciones, represión, miedo, falta de cojones y actos heroicos. Civiles cómplices de los crímenes, que vitoreaban a esa sombra espuria de traje gris, en chacarillas, en Odeplan, en el Mercurio y en tantos otros lugares.

Un Chile lleno de campamentos, con una crisis salvaje del Capitalismo como la del año 82, que dejó a más de 758.000 personas sin trabajo, considerando que ese año la población era inferior a la actual. Con una gran protesta nacional el 11 de mayo de 1983.

Ese país que el año 1985, de manos del gurú del neoliberalismo Büchi, privatizó alrededor de 400 empresas estatales que fueron traspasadas a manos privadas ENDESA, CHILECTRA, IANSA y CAP. Privatizando las ganancias y socializando las perdidas.

La administración de los establecimientos escolares fiscales pasó masivamente a manos de las municipalidades y de esta manera, se puso fin al Estado docente, impulsado a partir de la presidencia de Pedro Aguirre Cerda a comienzos de la década de los ´40. Además, se aumentaron considerablemente las subvenciones a la educación particular

Durante las protestas los carabineros y militares copaban las calles, con la bala pasada y con casco de guerra, los recintos universitarios y las poblaciones. La gente vivía con el miedo constante de ser asesinados en cualquier momento por un militar. Esa mierda de país duró desde el 11 de Septiembre del año 1973 hasta el 11 de marzo del año 1990.

Yo nací en dictadura, fui criado en una sociedad en donde el miedo se respiraba en la calles, en donde los carabineros eran pacos cu... y los militares eran milicos conch...., ambos constituían el aparato represor del estado. Brazo armado de la derecha pechoña, usurpadora, mentirosa, neoliberal, individualista, rastrera, cómplice y zalamera. Y en donde las familias eran una bonita foto mandada desde algún lugar de Europa o Centro América.


Ese Chile ya se fue, y es tarea de todos que no vuelva nunca más. El segundo Chile en que viví es el de la transición, un camino duro y complicado que nos permitió avanzar en las grandes reformas macros, dando seriedad institucional y económica al país. Tengo el orgullo de decir que pude conocer al gobierno más exitoso de los últimos 200 años, la Concertación es lejos el conglomerado más eficiente y efectivo en lo que se refiere a progreso y equidad.



No obstante, quiero morir en un tercer Chile, en donde seamos capaces de construir un país que entiende la democracia como un proceso pleno de participación y no tan solo como una mera representación. En donde la Educación no sea tan solo acceso y masificación, si no que sea una garantía de calidad y diversidad. En donde el trabajo sea digno, bien pagado y represente tan solo una parte de nuestra vida, para que el resto este dedicada al derecho sublime de disfrutar el ocio, la cultura y la diversión. En donde las familias se respeten y quieran, sin importar la condición social o procedencia de cuna.



Ese nuevo país debe terminar con el individualismo, la corrupción, el poder como centro de las satisfacción de quien la ejerce para poner en el centro de la acción política la dignidad de las personas y la conquista incansable de la felicidad y el respeto por la diferencia.

Patricio