lunes, 9 de abril de 2007

LOS PILARES DE LA RIQUEZA


Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o desesperadamente pobres. Está expresión, contingente y actual. Proviene del libro "Las memorias de Adriano", emperador Romano. Ya en esa época la desigualdad generaba graves problemas sociales y económicos.


La frase, vergonzosamente ricos, no sólo se refiere a la sobrepasada capacidad de comprar y promover el lujo, forma de vivir que supera con creces las necesidades básicas y de comodidad requeridos para vivir con "dignidad". Es muy complejo que una generación pueda transformarse en ricos durante una vida. La producción, reproducción y consolidación de la riqueza se traspasa de generación a generación. El 10% de la población del país acumula más del 60% de la producción de Chile. Esto, no solamente es una verguenza. También es el reflejo de un concepto de felicidad que se sustenta en el tener. El centro de la realización individual esta sostenida en la capacidad de adquirir bienes y servicios.


Llama la atención, que la gente que esta mejor en Chile tenga como pilares dos conceptos antagónicos entre si. La mayor cantidad de iglesias católicas se encuentran en el barrio alto. Los ricos son en su mayoría católicos y conservadores. Con ello, muestran una mirada de agradecimiento con un Dios, que aunque pregona la igualdad, al parecer ha promovido en la pobreza y el sufrimiento un ejemplo de castigos divinos y neo determinismo que otorgan un caracter moral a la pobreza o riqueza. Por otra parte, en las Condes, Vitacura y La Dehesa, la derecha arrasa en votación, siendo que su discurso se enfoca a terminar con los problemas sociales o reales de la gente... Queda claro que la concepción de riqueza esta anclada en la defensa de un privilegio socio cultural. El caracter discriminador, intolerante en lo valórico y recalcitrante en lo político, apunta a mantener un régimen de desigualdad que esta fundado en la diferencia de clases y en la consolidación de la capacidad adquisitiva como única fórmula para conquistar la felicidad.


La idea no es terminar con los ricos y generar una igualdad de pobres. Tampoco es invertir el triángulo para tener una dictadura del proletariado que aplique la máxima de diente por diente, ojo por ojo. No. Debemos apuntar a destruir los paradigmas que sustentan la desigualdad social. Compartir, ser solidarios y consolidar un régimen de igualación progresiva de derechos y otorgamiento de oportunidades igualitarias con los más pobres y las clases menos privilegiadas, nos permitirá restaurar un equilibrio entre la ética social y la conciencia de clases.

Un nuevo contrato social es fundamental para garantizar, más allá del sufragio, una sociedad de la igualdad, que respete y promueva nuevos derechos, arraigados en nuestra concepción filosófica, moral, ética y por sobre todo, política de las relaciones económicas. En donde los ricos deben entender que no necesitan sentirse temerosos por perder su riqueza y que necesariamente deben compartir su poder de una forma igualitaria y no caritativa. Lo que nos llevará a fundar un orden cercano a lo bello, justo y más verdadero. Que promueva una visión sostenible, respetuosamente sustentable y armónicamente solidaria. Para generar equilibrio entre las legítimas necesidades del ser humano, la economía y los recursos naturales.


Patricio