miércoles, 21 de febrero de 2007

NIÑOS FANTASMAS, INCOMODA REALIDAD


Yasna tiene 17 años y desde los 10 vive en situación de calle. Consume bencina, neopren y pasta base. Para sobrevivir roba, asalta, machetea y también se prostituye.

Sus padres la echaron de la casa por ser considerada una carga demasiada pesada. Su madrastra las mandaba a pedir junto a su hermanita menor. Ha vivido en casi todas las caletas que existen en Santiago, “Arzobispo”, “Chuck Norris”, “Santa Rosa” y “Carlos Valdovinos”.

Como ella, existen cientos de jóvenes y niños que porulan por la ciudad. Casi nunca los vemos, pero están a nuestro lado. Son los que corren tras una mecha (robo hormiga en tiendas) o los que abrazados a su partner piden los restos de comida en los locales de comida rápida. Quizás también sea aquel que el otro día te robó los documentos, los lentes y el reloj. O que tiene la misma edad y tamaño que tu hijo.

Esta es una incomoda realidad que la sociedad prefiere no ver. Exacerbando la enfermedad del individualismo y la lucha por el lucro. Estos niños, han vivido situaciones calamitosas y traumáticas, pero tienen una inconfundible capacidad para sobrevivir a la adversidad. Su hogar es la calle y su familia son sus amigos y compañeros con los que comparten un puente o una casa abandonada.

Para la sociedad no existen, son fantasmas que deambulan entre nosotros, la diferencia es que al término de la jornada, cuando ya muchos estamos arropados, ellos comienzan una interminable lucha para seguir respirando.

Las imágenes del Tila impactaron a la opinión pública. Cada vez que existe un asalto el pueblo exige mano dura y represión. Las cárceles han duplicado la cantidad de internos desde la recuperación de la democracia. Y las cifras de delincuencia aumentan año tras año. Entonces no será mejor construir una visión más humana, solidaria y digan para el que sufre. Quizás si a esos fantasmitas les diéramos dignidad, oportunidades, nombre apellido y una familia jugada, podríamos generar un país más seguro y equitativo para todos y todas sin importar su cuna o condición social. Con la lógica del garrote sólo sembraremos caos y cosecharemos tempestades.

Patricio